Bajo una pálida luz
Corre, danza y se retuerce
La Vida, impura y gritona. (...)
Charles Baudelaire
Bueno, pues yo estaba allí sentado
y aquí entra una con el pelo largo y moreno, un bello cuerpo y tristes ojos
marrones. Yo no di la vuelta para mirarla, seguí con mi vaso. La ignoré incluso
cuando vino y se sentó a mi lado a pesar de que todos los demás asientos estaban
vacíos. De hecho, éramos las únicas personas que había en el bar sin contar al
encargado. Pidió un vino seco. Entonces me preguntó lo que estaba bebiendo. (...)
Abrió su bolso, cogió una pequeña
jaula, sacó de ella unos hombrecitos y los puso sobre la barra. Tenían alrededor
de diez centímetros de altura, estaban apropiadamente vestidos y parecían tener
vida. Eran cuatro: dos mujeres y dos hombres. (..) Charles Bukowski