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DESEO


Era un hilo de sonido desplegado entre el callejón oscuro y la última luz de la tarde. Las sábanas tendidas se agitaban levemente con aquel viento que traía el sonido y lo azuzaba, lo imprimía contra la ventana batiente y era, pensó la chica, como una tela que rozara su piel y la erizara. Ahora el sonido enflaquecía y se ondulaba no sabía por qué caminos que presintió íntimos, remotos para volver de nuevo como un turbión que pudiera abrir la ventana del todo, rasgar las sabanas con aquel ruido levemente obsceno. Se sintió ruborizar. Podía acercarse y abrir la ventana y ver quién se empeñaba en lanzar aquel sonido que trataba otra vez de cruzar la noche y alcanzarla hasta más abajo de la cintura para quedarse allí, febril, como si hubiera encontrado un refugio. Podría, pensó ella, enamorarme de quien toca ese instrumento bajo mi ventana, bajo las sábanas de la cama desplegadas ahora en el tendal como dos alas voluptuosas mostrando su pudor. Podría, pensó ella, asomarme a la ventana y descubrir su rostro y enamorarme o cerrar los postigos y dejar de escuchar. Sin embargo, nada hizo, se acurrucó un poco más en el sofá y continuó con el trenzado de las hojas de palma, sin saber si resistiría, preguntándose cuánto podría durar aquello hasta que el fin cesó la música. Entonces deseó que llamaran a la puerta.

 Irma Collín/ Mónica Rodríguez- Objetivo Doble Dos- Expo colectiva.



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